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Una mandarina en Xcalak

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"Siempre hay que seguir trabajando aunque el final sea incierto, aunque no sepamos en dónde van a acabar las cosas ni cómo van a suceder."

Alonso I. Rodríguez de la Parra, explorador y documentalista.

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Colores de Xcalak - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Siempre hay que seguir trabajando aunque el final sea incierto, aunque no sepamos en dónde van a acabar las cosas ni cómo van a suceder.

Hoy me encuentro caminando a la orilla de la playa, solo, parece que mis pensamientos ni siquiera me acompañan, no puedo decir del todo que estoy confundido, pero tampoco siento que lo que vine a hacer tiene una dirección final en concreto. Durante este año me he aventurado numerosas veces a esta franja de arena en el sureste mexicano. Estoy en Xcalak una vez más, buscando qué historia descubrir. Sé que quiero documentar a los manatíes y poder mostrar al mundo las maravillas de esta especie, pero quiero hacerlo de una manera original. Claro, siempre me ha gustado el arte y me ha gustado expresar mi opinión de maneras distintas. A diferencia de muchos, busco hacer lo que en verdad me nazca y no solo un refrito de lo que ya existe. Aunque hay pocos documentales sobre Xcalak y los manatíes, los que hay son muy similares y hablan sobre los mismos temas: los huracanes, el pueblo “olvidado” del sureste, los manatíes, lo que comen, por dónde se mueven, etc. Creo que todo esto lo podemos aprender solo haciendo una búsqueda en Google y preguntando a unos cuantos que conozcan el lugar. Así que me niego a contar esta historia sin en verdad sentir el lugar; conocer a los que viven ahí, ver qué es lo que pasa en mis sueños mientras me encuentro ahí, comer en los distintos locales (aunque son muy pocos).

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Xcalak desde el cielo  - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Miro hacia la espuma blanca de las olas que rompen cuando estas golpean contra este pedacito de franja que mi visión alcanza a observar del enorme Arrecife Mesoamericano. Mientras más trato de enfocarme en buscar las respuestas para descifrar esta historia en mi cabeza, no puedo dejar de contemplar la simple belleza de lo que está pasando a mi alrededor. Aunque el olor a sargazo no es muy agradable, con el tiempo empieza a no ser tan perturbador. En efecto, ese olor me ayudó a poder identificar otros olores que me rodeaban más fácilmente; es como si este creara una base que hiciera que lo demás brillara. Sigo tratando de concentrarme y sigo con distracciones; un pájaro canta arriba de una palmera llena de cocos, enormes, verdes y jugosos. ¡Qué rico! No puedo dejar de pensar en que ahora tengo hambre. Me doy cuenta de que me distraje nuevamente y regreso a buscar en mi cabeza. Me enfoco en mi misión, pero por más que busco, me doy cuenta de que me falta algo. La historia del lugar la conozco, la gente que sigue viva ahí también, de los que ya murieron he escuchado muchas historias, famosos pescadores, ancianos que eran niños cuando el huracán arrasó con este pueblo hace muchos años. Los nombres de los sitios de buceo y las historias detrás de ellos, las tomas de dron de cada rincón, calle, fachada, piedra y caracol que ronda por este hermoso y lejano pueblo que en su lejanía ha encontrado una belleza tan única en comparación con las otras comunidades costeras que he visitado, los acontecimientos naturales que suceden cíclicamente, la bajada del pargo al mar cuando sale del estero y todo el pueblo se reúne a pescar en el muelle. Sin duda, venir a este pueblo como observador ha sido toda una aventura llena de aprendizajes. Tengo tomas espectaculares de los manatíes, de los peces, de los sitios de buceo más espectaculares que he conocido. Sin duda, este lugar es mi favorito. Así que, no entiendo por qué no puedo concluir y darle cierre a esto en mi cabeza.

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Un hermoso manatí - Alonso I. Rodríguez de la Parra

 

 

 

 

Muchas de las cosas que he hecho en mi vida y que hacemos en la vida es porque de cierta manera conocemos o podemos visualizar dónde van a acabar. La verdad es que sino, no las haríamos. Son pocos los que en verdad se aventuran a lo desconocido, a empezar algo sin saber donde va a acabar. Pero, no me cabe la menor duda de que ellos son los más felices. Los que más aprenden, más sienten, más sufren pero al final la recompensa es mucho mayor. La vida en sí funciona de esta manera, aunque planeemos todo, da giros inesperados y debemos adaptarnos. Pero, es muy fácil escribir si ya sabes cómo va a acabar, es más fácil tomar una foto si ya sabes cómo quieres que salga. En fotografía de naturaleza, esto es imposible. Dicho aquel que logró la foto que se imaginó en la naturaleza y no la que la naturaleza le permitió. En la vida tendemos a tomar pocos riesgos y nos conformamos con lo que hay, pues todo en esta vida es un regalo, pero los mejores regalos siempre están en los lugares más difíciles de alcanzar. Para esta ocasión, decidí no pensar ni en cómo iba a empezar este documental ni cómo iba a acabar hasta no haberlo filmado todo, conocido todo, pero más importante, vivido y sentido todo.

Mientras escuchaba el silbido del viento y me daba cuenta de nuevo estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo, saqué una mandarina de mi cangurera, empecé a pelarla y me di cuenta de que el tiempo es infinito, mi mente se volvió a ir, y mientras pelaba esta naranja y deliciosa mandarina, que mientras le arrancaba un pedacito de cáscara, soltaba un aroma cítrico que hacía que se me hiciera agua la boca. ¿Sabes lo difícil que es conseguir una mandarina en Xcalak? En mi experiencia, puedo decirte que es más fácil encontrarte a un jaguar o un manatí que encontrarte con una mandarina. Esta pequeña me acompañó en mi mochila por error desde la Ciudad de México. El tiempo vuela cuando estás solo, miles de pensamientos pasan por mi mente y aún no he acabado de pelar esta mandarina. Altibajos pasan por mi cabeza, es como si todo lo bueno y todo lo malo que pienso vivieran simultáneamente dentro de mí. Según yo, estoy intentando meditar, mientras pelo una mandarina, mientras mi cabeza es un caos hermoso y mis emociones son rarísimas en ese momento. Un pez a la distancia brilla y vuelve a robarse mi atención en el mar.

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Enigmático Xcalak - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Los colores del agua en este lugar son tan particulares, no se comparan con los colores de otros lugares del Caribe. Oscilan diferentes tonos de azul, verdes, café y naranjas; todos en un lienzo de armonía perfecto. Bajo el agua, aún más colores resaltan: muchos tonos de morados, rojos, rosas y otros colores pintan el arrecife que se oculta bajo las aguas, casi siempre cálidas. Hoy, el día está tranquilo, se ve que hay buen oleaje fuera de la protección del arrecife. Por la zona geográfica de este lugar, es muy difícil predecir el clima y, a decir verdad, así de bello como es, puede estar en el otro extremo. Hay días de vientos incesantes, corrientes de viento, lluvia y truenos que, si tienes mala suerte, harán que jamás quieras volver. Pasar tanto tiempo por aquí me ha dado una perspectiva muy completa de este lugar, así como en mi cabeza; el clima aquí tampoco puede controlarse, y cuando el pronóstico del tiempo pinta un día soleado, llega el viento y las nubes para mostrarnos que estaba equivocado.

Regreso a mis manos y me doy cuenta de que estoy a punto de terminar de pelar esta mandarina; tan jugosa que lo que más ansío es meterla en la boca y darle una mordida enorme que la llene de jugo. El calor es brusco, aunque llegan rachas de viento que hacen que cada paso de ellas sea muy bienvenido. Hoy el sol se ve más grande de lo normal; es potente, y cuando no hay viento, el calor ondea perturbando la visión y creando un efecto muy particular en el espacio que observo. ¿Qué voy a hacer con todo este material?, ¿cómo lo voy a editar?, ¿para qué lo voy a editar?, ¿para qué estoy haciendo esto?, ¿a alguien le va a importar?, ¿lo hago por mi propio ego?, ¿lo hago porque no sé qué hacer en verdad?, ¿estoy huyendo de algo?, ¿estoy tratando de hacer algo significativo?, ¿en verdad esto ayudará a las especies?, ¿en verdad es lo que necesita este lugar? Seguiremos refiriéndonos a este lugar como el pueblo olvidado del sureste mexicano, o ¿es el lugar con más oportunidades para que el mundo natural y para que la gente viva en armonía? ¿Qué rayos estoy haciendo? Posiblemente todas estas opciones sean verdad al mismo tiempo. Solo el tiempo lo dirá, sé que debo tener paciencia.

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La vibra de Xcalak  - Alonso I. Rodríguez de la Parra

En ese momento, se cae un coco enorme de la palmera que me cubría del sol cuando decidí resguardarme bajo su sombra. Estuve muy cerca de estar en el porcentaje de personas que mueren por un coco que cae en sus cabezas; que morir por un ataque de un tiburón a pesar de que he tenido cientos de encuentros con tiburones. ¡Qué ironía! Un maldito coco casi me mata y todo por querer hacer un documental de manatíes que posiblemente muy pocos verán…

En ese momento y lleno de alivio de estar en vida, estoy por morder mi mandarina, pero un par de risas de niños me distraen; avientan una rama y me cae muy cerca. Si no era el coco, me mataban unos niños. Entre risas, les grito (en tono burlón) que casi me matan y me dejo ir en carcajadas. Ellos también ríen y se acercan a la sombra donde yo me cubría, uno de ellos me pregunta qué es lo que tengo en la mano y le contesto que es una mandarina que acabo de terminar de pelar. Él me dice que nunca había visto una mandarina. Decidí regalarle esa mandarina que tanto quería comerme y, en un abrir de ojos, todo hizo sentido. Las cosas en las que trabajo no son para mí. ¿Qué importa si me juzgan? ¿Qué importa si no obtengo validación? ¿Qué importa si nadie lo ve? Tengo que compartir esto con otros para que la recompensa no sea mía, que la recompensa sea mutua. Que lo que yo hago, encuentre su victoria en el trabajo de otros. Porque al final eso somos; no somos la sardina que nada en el océano, somos el cardumen completo.

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Los antiguos guardianes - Alonso I. Rodríguez de la Parra

A los pocos días que regresé de esta visita en mi lugar favorito en el planeta, me senté en mi escritorio en casa, compartí imágenes y videos que había prometido no revelar hasta acabar con mi trabajo y estas encontraron su lugar en el trabajo de otros; en libros que me llenan de alegría y que es para mí, un honor ver mi trabajo ahí. Estas imágenes se convirtieron en el cardumen y dejaron de ser simplemente una sardina.

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Evidencia científica de colisión con embarcación de manatí - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Trabajando para llevar al manatí a la mente de todos - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Mis fotos en uno de los libros más importantes publicados sobre manatíes - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Mi foto en la portada del libro que resume la vida del investigador más importante de manatíes en México - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Portada del capitulo 10 / Estrategias para la conservación - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Ecoturismo en la zona - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Portada en el PACE oficial del GOBMEX y otros artículos de conservación - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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Perdido en mi lente - Tito Sanchez

"Son pocos los que realmente se aventuran a lo desconocido, a empezar algo sin saber dónde va a acabar. Pero no me cabe la menor duda de que son los más felices, aquellos que más aprenden, sienten y sufren; al final, la recompensa es mucho mayor. La vida, aunque planifiquemos todo, da giros inesperados y debemos adaptarnos.

Los mejores regalos siempre están en los lugares más difíciles de alcanzar."

Alonso I. Rodríguez de la Parra

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