Estudiando Mantas Gigantes
Atardecer en La Paz - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Este capítulo brinca entre el pasado lejano y el no muy lejano, tuve que cambiar varias partes por cosas que sucedieron, habrá partes que te dejarán en duda, pero todo será resuelto a su tiempo...
Es difícil desarrollar una idea cuando tienes sentimientos encontrados sobre un mismo tema o concepto. Algo que te hace profundamente feliz de un momento a otro se torna en una mala noticia, en algo profundamente triste. A veces, esa tristeza debe funcionar como motivación, pero en esta ocasión no es una motivación que se siente bien; es una motivación que se presenta más como una obligación, y la obligación tampoco es mala, solo es triste. Es triste porque la vida de una persona que, a mis ojos, es la mayor guerrera, ahora se encuentra en una línea delgada, entre la vida y la que le sigue a la misma. Una guerrera que ha llevado a cabo un trabajo inmenso y que ahora debemos hacer todo lo posible para honrar lo ya logrado y completar sus intereses. Pero antes de dar la batalla por perdida, los invito a rezar. No soy una persona religiosa, pero creo que nuestra energía colectiva puede hacer cosas que ni la ciencia podría explicar. Hay veces que, aunque mi escepticismo me impide creer en los milagros, deseo con todo mi corazón que estos sí existan. Espero que estas siguientes líneas sirvan como un tipo de oración y puedan ofrecer el tiempo que se toman en leer esto para que suceda un milagro y esta guerrera, que aún no menciono, pueda acompañarnos y guiarnos por mucho más tiempo. La conocí por muy poco tiempo, pero su energía y persona me transmitieron toda una vida de aprendizaje en muy pocos momentos.
Delfines - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Era el año pasado, 2023, y me reunía con mis compañeros de trabajo mientras decidíamos qué hacer para la celebración de la semana de los océanos. Esta semana es una en la que, con buenos amigos y colegas, realizamos un esfuerzo brutal para generar conciencia en toda la República Mexicana. Aunque parezca que abarcamos mucho, la verdad es que aún falta muchísimo por hacer, muchas mentes a las cuales llegar y muchas personas por convencer de unirse a este movimiento. Durante este periodo de planeación e interminables juntas y llamadas, tuve la oportunidad de viajar bastante promoviendo mi misión y visión, que realmente son la misión y visión que le puse a mi empresa, "Mares de México". En un inicio, la motivación era animar a las personas a participar en el esfuerzo colectivo por proteger los mares de México. Y si crees que esto es tarea fácil, déjame decirte que es todo lo contrario. A veces quiero dejarlo todo y volver a vender fruta, volver a hacer música con una banda y regresar a las giras. Lo que antes eran giras divertidas, con mucha fiesta y desveladas nocturnas, ahora son giras por las costas de México para conocer los distintos proyectos de conservación marina que existen alrededor de la República Mexicana. Cuando empecé esto, pensaba que la colaboración sería sencilla, pero conforme avanzó mi investigación, me di cuenta de lo difícil que era. Muchos proyectos están viciados de traumas que hacen que colaborar sea muy difícil, traumas que otras empresas les han generado por no ser rectos en lo que dicen y solo utilizar los proyectos de los demás para un beneficio propio. En verdad, empezar a romper esa barrera fue y sigue siendo muy difícil. Yo creía que bastaba con unas buenas fotos y un par de muy buenas historias para empezar a generar donaciones y que la gente participara para querer salvar el océano. No es así. Todos estamos ocupados tratando de salvarnos a nosotros mismos la mayoría del tiempo. Pero no nos damos cuenta de que la única manera de salvarnos es salvando a los demás. Escribí un dicho que me saqué de la manga en la puerta de mi museo en Toluca. Este dicho dice así: "Entre más das, más recibirás y ayudarás a mantener el flujo de la abundancia en equilibrio". ¿Qué quiero decir con esto? En mi lógica, está que entre más das, más vas a recibir. No siempre es así, pero si todos empezamos a dar suficiente, habrá suficiente para dar en un futuro. Así que esto, mezclado con la colaboración de todos y un poco de paciencia, hará que en el mundo haya mucho más, que necesitemos mucho menos y haya mucho más para dar.
Cartel de Oceans week 2023
Este museo en Toluca es el que me permite hacer y realizar muchas de las aventuras e ideas locas que tengo. Ideas que aún no me remuneran de regreso, pero me han permitido dar mucho a diferentes proyectos de conservación marina. Y cuando no tengo dinero, hay algo que puedo dar que no me lo puede quitar nadie más que yo mismo: puedo dar mi tiempo para ir a filmar, colaborar o participar en estos proyectos de conservación marina. Ya les platicaré más sobre la visión de este museo y proyecto, que a mi parecer está en una pequeña primera etapa. Pero con su participación podríamos lograr esos aclamados "milagros" y hacer nuestra parte para salvar los océanos, y en consecuencia, a nosotros mismos.
La planeación del evento de la semana de los océanos fue todo un éxito. Logramos generar todo un movimiento bastante grande, conocer personas con proyectos increíbles, mil veces más productivos e inteligentes que los míos. Personas a las que admiro profundamente, personas que con su tiempo hacen maravillas y logran cosas que ni con todo el dinero del mundo se lograrían. Estos proyectos solo se obtienen con pasión y dedicación, y sin duda son proyectos en los que me gustaría participar y poner mi granito de arena.
Pabellón tecnológico de los mares de México
En estas giras que se sentían interminables, hice muy buenas amistades, amistades que realmente admiro. Entre estas, conocí a un joven llamado Esteban Salazar, un biólogo y explorador que acababa de llegar a vivir a La Paz. Fue algo muy extraño, porque él fue quien me escribió en Instagram diciéndome que le gustaban mucho mis fotos y al ver que yo estaba en La Paz, me dijo que me invitaba a tomarme una cerveza en el famoso Harker. Por azares del destino, yo estaba completamente solo y sin ningún plan, así que acepté verlo y tomar esa cerveza. Al llegar a ese lugar, pude darme cuenta de que él estaba muy entusiasmado por conocerme, algo que me resultó muy extraño, pues yo no me considero ningún tipo de celebridad y ni siquiera creo tener los seguidores suficientes para considerarse famoso. Al empezar a platicar con él, quedé perplejo por lo que me platicaba. Esteban es un biólogo marino con muchísima visión de a dónde quiere llevar sus proyectos, ideas estupendas en relación a la protección de especies y el estudio de zonas de mayor densidad y movimiento de ciertos grupos de especies en determinados espacios. Utilizando sus movimientos de maneras georeferenciadas, Esteban logró crear un modelo de análisis para predecir el comportamiento o zonas donde diversas especies pueden encontrarse. Esto es un arma de doble filo en las manos equivocadas, pero no me cabe la menor duda de que Esteban es más que solo un genio, es un ser lleno de bondad e inteligencia genuina. Con Esteban hay muchísimo que aún está por hacer, pero en esta historia que les estoy contando, fue él quien me presentó a Lena, una chica portuguesa que, aunque tiene una personalidad un poco difícil de entender, es muy agradable y noble, y lo que hace, lo hace con una dedicación y corazón enormes.
Distintos paisajes - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Lena es una bióloga marina de capacidades extraordinarias. Conocer a personas como ella y Esteban, sin duda, es como si estuviera conociendo a las estrellas de las bandas que más me gustaban cuando me dedicaba a hacer música. En parte, yo aún no podía creer que mi trabajo me estuviera permitiendo conocer a personas como ellos. Mi sueño de niño era ser veterinario o biólogo, y por razones no muy importantes, tomé otros caminos y acabé estudiando música y una carrera de negocios en la industria del entretenimiento, cosa que parecía alejarme de mis sueños de niño. Pero no pretendía vivir mi vida sin hacerle caso a ese niño que llevo dentro, así que opté por hacer todo lo posible por acercarme a ese mundo y poder sumar desde las cosas que yo sé hacer, que aún sigo descubriendo, si les soy honesto.
Entre las pláticas que escuché de Esteban y Lena, me di cuenta de que había ciertas herramientas que podían hacer que su trabajo fuera mucho más preciso y eficiente. Y con esto en mente, y mucho movimiento pasando de mi lado a causa del museo, las pláticas en distintos eventos y mi propio evento en la semana de los océanos, pude conseguir muchas pequeñas donaciones y dinero del propio museo para comprar un par de marcadores satelitales, herramientas que le permiten a Lena y a Esteban poder ampliar los indicadores que necesitaban para obtener más información sobre las especies y rutas que estas están tomando.
Lena y Alonso - Brent Washburn
Estos marcadores satelitales se los entregué a Lena. Ella está haciendo un estudio importantísimo en relación a una especie que me encanta: la manta oceánica gigante. Para mí, Lena es como una superhéroe. Ella está estimando la población de mantas gigantes en Revillagigedo, obteniendo datos para conocer aún más a esta especie y seguir llenando esos espacios vacíos de preguntas sin contestar que tenemos de esta especie. La noticia de los tags satelitales fue muy bien recibida por Lena, y yo me sentí sumamente orgulloso por poder apoyar su proyecto y el de Esteban de la manera que fuera. Lena, después de esto, me invitó a grabar su trabajo y a subirme en un barco con dirección al archipiélago de Revillagigedo para poder colocar estos tags.
Al escuchar esta noticia, hice todo lo posible para embarcarme en esta aventura, acompañar a Lena para documentar su trabajo y esperar que el resultado de ese video diera frutos para seguir colaborando y seguir participando. En mi racionalidad, aún no caía en cuenta de que estaba colaborando con los investigadores e instituciones más importantes del mundo en cuanto a ciencia e investigación. Eso es algo que, creo, todavía no he acabado de procesar. La verdad, no me gusta celebrar nunca las "victorias", porque fuera de tomarlo como una victoria, sigo sintiendo que solo es un escalón dentro del largo camino que debo recorrer. Y si me freno a celebrar, estaría desperdiciando tiempo valioso. No me gusta confiarme, y no quiero que un falso sentimiento de victoria haga que afloje el paso, porque la verdad es que nuestro planeta y las especies que lo habitan siguen corriendo un riesgo sumamente fatal, sí, fatal.
En Revillagigedo - Alonso I. Rodríguez de la Parra
En el barco, pude conocer a personas extraordinarias, incluso más extraordinarias que Esteban y Lena juntos. Personas a las que estoy seguro de que tanto Lena como Esteban también admiran y ven con ese sentimiento con el que yo veo a Esteban o Lena. Obviamente, cuando me enteré con quiénes estábamos, me sentí aún más pequeño, y eso me llenó de motivación y ganas de hacer preguntas, aunque tampoco quería parecer un fan. Traté de cumplir con mi rol y trabajo de la manera más profesional, siempre tratando de ayudar y aportar algo, por más minúsculo que fuera.
Lena es una sirena bajo el agua, y no lo digo por su belleza física, aunque es muy linda, sino por cómo opera y trabaja cuando está buceando. Sabe perfectamente qué hacer, cómo acercarse a los animales de manera cautelosa, siempre presentándose ante ellos y dejándolos que la observen, para que, cuando ella entienda que puede acercarse, lo haga. No entiendo muy bien cómo lo hace, pero es como si ella tuviera una conexión con las magníficas mantas gigantes. Los protocolos que sigue para poder realizar los marcajes satelitales no son nada sencillos; involucran muchísima delicadeza, destreza y conocimiento. No es algo que cualquiera pueda hacer. Durante esta expedición, pudimos colocar de manera exitosa 7 marcas satelitales y documentar el proceso de cómo se colocaron. Y aunque fue difícil y en un punto creíamos que no se lograría, el final fue exitoso y muy provechoso. Con este material, ahora podremos saber más sobre esta especie. La verdad es que, aunque creemos que conocemos mucho, entre más aprendemos, más nos damos cuenta de que nacen nuevas preguntas.
Alonso documentando Roca Partida - Mathieu Chardonnet
De dos de los siete marcadores satelitales que colocamos, tuve el honor de seleccionar el nombre para estos animales. A una de las mantas gigantes, la nombramos Simon, en honor al fundador de Marine Megafauna Foundation, quien nos acompañaba en esa expedición y que, con muchísima humildad a pesar de su gran trayectoria, me trató como a un igual, como un amigo y colaborador. Lo que más aprendí de él no fue ciencia o biología, sino que una gran persona siempre es noble, una persona con mucho poder siempre es amable y gentil. En verdad, Simon es un ejemplo a seguir.
A la segunda manta gigante que marcamos, la nombramos Sofía. Ponerle este nombre es un regalo al amor de mi vida, que se llama Sofía, y que aunque me encontraba lejos y trabajando, nunca dejé de pensar en ella. Ahora puedo decirle que hay una manta gigante que lleva su nombre, que este animal representa la fragilidad del ecosistema, pero sobre todo la esperanza de que con esta información se pueda salvar a toda una especie que presenta una caída en sus números del 95%. Sí, el 95% de su especie ya no existe. La mayoría de sus familiares ya desaparecieron de este planeta.
Alonso documentando una Manta Gigante - Simon Pierce
Y ahora regreso un poco al principio. Mencionar esto me parece muy difícil, pero en este viaje, Lena me presentó a Andrea Marshall, la cofundadora de Marine Mega Fauna Foundation. Andrea es una persona que, cuando la ves, parece un poco seria, pero cuando comienzas a hablar con ella, te das cuenta de su gentileza, de su pasión y, sobre todo, del gran conocimiento y empatía que tiene al comunicar su trabajo y los temas que estudia. Ella es La Reina de las Mantas Oceánicas Gigantes. Ella es de las pioneras en estudiar a esta especie y ha realizado y captado aprendizajes invaluables sobre esta especie, datos que han ayudado muchísimo a conocer más sobre la población y vida de estos animales. Ella me tomó una fotografía que me acompañará para siempre en mi vida, una fotografía donde salgo nadando debajo de una manta mientras trato de documentar su magnífico nado y tomar una fotografía para poder identificarla, la misma fotografía de la manta a la que nombré Sofia y pude enviarle a mi novia esa foto de regalo.
Alonso foto identificando una Manta Gigante - Andrea Marshall
Lamentablemente, a la semana de acabar ese viaje, recibimos una muy mala noticia. Lena me escribió y me comentó que Andrea se encontraba en coma a causa de un aneurisma. Es un problema muy grave; lo sé porque mi abuelo murió de eso. Esta noticia cambia la perspectiva completamente de todo este relato, pues aunque este viaje me llenó de felicidad y esperanza, esta noticia destroza mi corazón completamente. Después de este viaje, mi admiración hacia ella y todos los participantes es incomparable. No puedo dejar de pensar en cómo una persona con una misión tan importante puede, de un segundo a otro, estar en una situación tan delicada. Su trabajo y dedicación han cambiado el mundo de la investigación y lo que conocemos de esta especie. En mi mente, solo puedo prometer que, cuando despierte, seguiré apoyando estos proyectos y haciendo todo lo posible para aportar mi granito de arena. Y estoy seguro de que tanto Lena como Esteban seguirán firmes en su misión y llevarán todos estos esfuerzos a generar las acciones necesarias para que esta bella especie vuelva a florecer en números y no se encuentre en peligro de desaparecer.
Atardeceres que marcan la vida - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Este texto está dedicado a Andrea Marshall, a su pasión y lucha, que no será en vano, y su misión se convierte en la nuestra. Por favor, encomienden sus oraciones para que Andrea obtenga fortaleza y nos dé muchos más años de investigación y enseñanzas.
¨Hay proyectos que solo se obtienen con pasión y dedicación, y sin duda son proyectos en los que me gustaría participar y poner mi granito de arena.¨
Alonso I. Rodríguez de la Parra