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Bahía Magdalena

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"La paciencia te dara tu turno"

Alonso I. Rodríguez de la Parra, explorador y documentalista.

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Isla de pájaros en Bahía Magdalena

Bahía Magdalena.

Navegar en Bahía Magdalena puede evocar una multitud de sentimientos. Como sabemos, el océano no es un zoológico; no puedes dar nada por sentado. En un día puedes tener cientos de encuentros, pero también es posible que no veas nada en absoluto. Siempre que me aventuro en el mar, no tengo expectativas en mente; la mayoría del tiempo simplemente agradezco por la oportunidad de presenciar un nuevo amanecer.

Sí, los amaneceres son los eventos naturales que más disfruto. Puedo afirmar con seguridad que el 99% de los amaneceres son hermosos. El simple hecho de presenciar esa luz que pinta con colores mágicos todo lo que nos rodea es suficiente para llenarte de alegría. Y si a eso le sumamos la experiencia de zarpar al mar, sentir la brisa y el agua siendo cortada por la proa de la embarcación, entonces ya es motivo suficiente para sentir gratitud.

Es la luz la que hace posible toda esta maravilla.

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Amanecer en la bahía  - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Cuando sales al océano sin expectativas, siempre habrá algo que te sorprenderá. Y muchas veces, lo que más me ha impresionado es simplemente estar en el bote, contemplando el paisaje o aguardando a que algo suceda. El tiempo de espera te lleva a reflexionar sobre cuestiones que alinean muchas dudas existenciales. Esos pensamientos llegan con la brisa, sin distracciones del celular, ya que la mayoría del tiempo no hay señal. Son momentos que aprecio enormemente.

Es como entrar en una meditación en la que el mar te brinda las respuestas que necesitas para sanar aspectos de tu vida. Creo que esto es algo con lo que muchos de los que salimos al océano regularmente podemos identificarnos. El mar abre nuestra mente y nos permite pensar con mayor claridad. Hay algo en él que nos sensibiliza; su grandeza nos muestra lo pequeños que somos.

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Navegando en el paraíso - Alonso I. Rodríguez de la Parra

La bahía tiene aproximadamente 50 km de longitud a lo largo de la costa occidental del estado de Baja California Sur, protegida por las islas de arena de Magdalena y Margarita. Forma parte del municipio de Comondú y es visitada principalmente debido a la migración de ballenas grises, un espectáculo que aún no he tenido el placer de presenciar. Estas majestuosas criaturas acuden en invierno para reproducirse.

Aunque personalmente no soy aficionado a la pesca, este lugar es frecuentado por numerosos pescadores deportivos. Sin embargo, no estoy del todo de acuerdo con esta práctica, ya que en los últimos años se ha demostrado que un turismo mucho más sostenible, como el avistamiento de especies marinas, puede beneficiar mucho más a la zona que las actividades consideradas extractivas. Desde mi primera visita hasta la más reciente, he notado un aumento significativo en el número de embarcaciones pesqueras y un declive, e incluso migración, de las especies hacia otras zonas menos concurridas.

Sin lugar a dudas, el turismo de avistamiento puede ser extremadamente beneficioso para la zona si continuamos regulándolo, promoviendo buenas prácticas y, sobre todo, transmitiendo a las personas que nos acompañan en estas excursiones una cultura de bienestar y una relación saludable con el medio ambiente y el océano.

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Compañeros de mi primer visita a la Bahía (2019) - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Durante todo el año, puedes avistar diferentes especies en esta zona. Me atrevo a decir que todo Baja California es, sin duda, un paraíso para la diversidad de especies. Como sociedad, deberíamos ser más conscientes de la necesidad de cuidar con mayor entusiasmo estos lugares con los que interactuamos: ya sea como turistas, proveedores de servicios o pescadores. Pero, lo que es aún más importante, es reconocer que, aunque no estemos físicamente en este lugar, todo el mundo está conectado, y nuestras acciones desde casa también tendrán un impacto en sitios como este.

Por eso, es esencial que cuando visitemos estos santuarios naturales, no solo nos llevemos recuerdos, sino también historias que podamos compartir con otros. Pero, sobre todo, debemos transmitir la importancia de lo que hay más allá de nuestras miradas, en esos espacios naturales que no muchos tienen la oportunidad de ver.

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Compartiendo mensajes sobre la naturaleza y la vida - Fotografo desconocido

Creo firmemente que todas las especies, incluidos los humanos, tenemos una misión más grande en esta vida y somos capaces de transmitir mucho más allá de lo que nuestros ojos pueden ver o nuestras bocas pueden expresar. Existe un tipo de comunicación del cual se sabe poco y del cual pocos hablan; está más relacionado con la capacidad de sentir que con la de entender o comprender. Cuando la naturaleza se nos presenta, va mucho más allá de simplemente haber tenido suerte; son innumerables factores los que intervienen para que puedas estar en el lugar indicado en el momento justo.

Conozco a muchas personas que han visitado estos lugares y nunca han experimentado un encuentro significativo. Por eso, incluso aprecio enormemente la oportunidad de observar especies pequeñas que quizás no son tan aclamadas como las especies más grandes. Pueden tildarme de romántico o de lo que quieran, pero tengo la firme creencia de que todas las especies tienen una lección que enseñarnos. Uno puede encontrar lecciones en todas partes si observa lo suficiente, pero, sobre todo, si está abierto a sentir.

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Hongo de sardinas - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Cada otoño, las corrientes del Océano Pacífico traen consigo las famosas bolas de carnada de sardinas o macarelas, desencadenando un espectáculo natural que resulta hipnotizante. Observar estos bancos de peces moverse en un ballet submarino es como presenciar una sinfonía perfectamente organizada pero con variaciones imposibles de predecir. Estas congregaciones forman figuras en el agua que, con un poco de imaginación, pueden adoptar casi cualquier forma que puedas imaginar. Es un sentimiento similar al de cuando éramos niños y buscábamos formas en las nubes. Es el poder de la cooperación y la interdependencia de la naturaleza. A menudo parece que nosotros, los humanos, somos los únicos que no estamos en sintonía con todo lo demás que existe.

Estas bolas de carnada atraen a cientos de especies y llenan de alimento y riqueza las aguas de estas costas. Entre estas especies se encuentran orcas, ballenas de distintas especies, marlines, atunes, dorados, tiburones, lobos marinos, delfines, biólogos, turistas e influencers. Es impresionante cómo una especie de la que no se habla mucho genera toda una cadena de visitas, interconexiones y relaciones que trascienden más allá del simple hecho de estar ahí. Para nosotros, los humanos, es un recuerdo que perdura toda la vida.

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Marlins alimentandose - Alonso I. Rodríguez de la Parra

El marlín de rayas azules es uno de los peces más bellos que he tenido el privilegio de presenciar mientras nada. Se desliza con una maestría impecable a través del agua, siendo el pez más veloz del océano. Observar su elegancia de esta manera es algo que permanece grabado en mi mente para siempre, no solo la imagen, sino también el sentimiento; una energía indescriptible.

Tienen un control sobre su cuerpo que refleja una precisión asombrosa en busca de su objetivo. Esto me lleva a pensar que, si el marlín quisiera, podría acabar con cualquiera de nosotros. Hay registros de accidentes con pescadores que son atravesados por el pico del marlín al saltar hacia la lancha mientras están enganchados con el anzuelo. Sin embargo, el marlín no es un animal agresivo hacia los humanos. Si mantienes la distancia, este animal se acerca para observarte, da la vuelta y espera su turno para volver a unirse al banco de peces y alimentarse.

Kajinkia Audax es el nombre científico que se le ha dado a este magnífico animal, que a menudo se desplaza en grupos que superan los cientos de ejemplares.

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Kakijia Audax.  - Alonso I. Rodríguez de la Parra

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De cacería - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Ver a 100 o ver a 1 de estos animales es un regalo de la naturaleza. Aunque estas fotos son de un día único e irrepetible, si cuidamos este ecosistema, podremos seguir observando a este animal nadar por las aguas donde reina. Cada encuentro es único y diferente, y vivir con expectativas es bueno siempre que estén dirigidas al concepto correcto. En la naturaleza, prefiero decirte: espera poco y verás que lo que recibes será suficiente.

Necesitamos frenarnos, respirar profundo y darnos cuenta de que estamos perdiendo el sentido de conexión que tenemos con la naturaleza. Es por eso que muchos anhelan vivir experiencias así. Sin embargo, más allá de alimentar esa necesidad de salir a explorar, busquemos cómo devolverle la naturaleza a los lugares donde vivimos. Sé que muchos no lo harán porque es una actividad que conlleva riesgos, pero espero que estas imágenes nos inspiren a regresarle la naturaleza a las ciudades donde vivimos. Y eso comienza con nosotros actuando de manera natural, consciente y siempre presentes.

Estoy profundamente agradecido de que mi trabajo me haya llevado a lugares increíbles y de haber tenido la oportunidad de regresar siempre con un nuevo objetivo.

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Como una gota de agua - Alonso I. Rodríguez de la Parra

Otra de las especies que visitan la zona son las mobulas. Este animal se desplaza en grupos grandes, aunque también se les puede ver solitarias. El grupo específico que se muestra en la fotografía de arriba navegaba por el agua en forma de gota, una formación que me pareció muy peculiar. En ese momento, estuve reflexionando durante mucho tiempo sobre la importancia del agua en nuestra existencia. Todos estos cuestionamientos existenciales pueden parecer muy obvios cuando se piensan de manera superficial, pero al profundizar en el porqué de las cosas, lo que me hizo sentir al ver a esos seres fue una invitación a reflexionar sobre la importancia de una gota.

Solo se necesita una gota de agua para que todo esto exista y cuando dos gotas de agua se tocan, se convierten en una, y así somos todos nosotros.

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Megaptera Novaeangliae / Admiración - Alonso I. Rodríguez de la Parra

En una ocasión, mientras observábamos la bola de carnada, podíamos escuchar el canto de las ballenas llegar desde miles de direcciones distintas. Nunca las pudimos ver, pero sin duda pudimos sentir la energía poderosa de su canto a la distancia. Esa es la sinfonía más hermosa que he escuchado en mi vida; un momento en el que puedo vagamente regresar escuchando los audios que grabé, pero aún hoy puedo sentirlo.

Estoy organizando algo para que todos podamos escucharlos ;)

En México, es ilegal nadar con cualquier tipo de ballena. La imagen que ven arriba fue tomada desde la embarcación usando un pole cam que, si me siguen en redes sociales, podrán ver en muchas de nuestras expediciones. Sin duda, es una herramienta muy útil para poder filmar sin tener que entrar al agua. A veces, es mejor disfrutar del momento desde la lancha, ver las siluetas enormes desde la lancha o escucharlas a la distancia. No les voy a mentir, pero cuando era pequeño, siempre que veía una ballena, me acercaba nadando y he tenido encuentros con ellas en otras expediciones: en Oaxaca tuve un encuentro maravilloso con tres ballenas mientras filmaba tortugas. Ya les contaré de ese encuentro en otro capítulo.

Conozco a otros fotógrafos que han filmado a las ballenas comiéndose las bolas de carnada sin saber qué iba a suceder. Puede ser que del azul salga una enorme ballena a comerse la bola de carnada, por eso hay que tener extremo cuidado. Siempre mantener la distancia de la bola de carnada, pero sobre todo siempre observar y obedecer las indicaciones de los guías locales y saber que el capitán de la embarcación manda.

Entonces, no importa si es una tortuga, un calamar, una mobula, una orca, una bola de carnada, un marlín o simplemente un hermoso amanecer, debes estar consciente de que la vida te dará lo que necesitas y tal vez no lo que quieras. Vive con expectativas sanas, pero sobre todo, sé paciente.

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Sardinas encimosas / Navegando entre mundos/ Guardianas del abismo

 Alonso I. Rodríguez de la Parra

"Creo que todas las especies, incluyendo a los humanos, tenemos una misión más grande para esta vida y somos capaces de trasmitir más allá de lo que nuestros ojos pueden ver o lo que nuestra boca pueda decir. Hay un tipo de comunicación de la que no se sabe mucho y no muchos hablan, va mucho más relacionado con la capacidad de sentir que con la de entender o comprender."

Alonso I. Rodríguez de la Parra

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