El Gran Blanco
Isla Guadalupe - Alonso I. Rodríguez de la Parra
El gran Océano Pacífico es uno recorrido por muchísimos exploradores, su gran bastedad, distintas temperaturas y enormes profundidades lo hacen uno que enamora a aquellos que buscan encontrarse con algo nunca antes visto. Mucho del ego de los exploradores recae en vivir algo nuevo, experimentar algo que nunca nadie antes ha vivido, ni siquiera es el hecho de vivir algo por primera vez sino vivir algo antes que los demás. Me parece un poco absurda esta postura, siempre he tenido en mente que las cosas que uno descubre, hace o inventa deben de cierta manera aportar algo a la sociedad, al bien común de muchos o aunque sea de algunos pocos, pero querer vivir algo simplemente por ser el único que lo ha experimentado me parece desaprovechado. En parte es por eso que escribo, compartir un poco de lo que he podido presenciar, ya sea por suerte o por un evento desafortunado muy mal planeado que resultó salir exactamente como debía.
Es imposible no pensar en lo pequeño que es uno cuando navega en la inmensidad del océano, lo vulnerable que estás, cualquier barco, por más grande que sea, es frágil cuando se compara con el azul aparentemente infinito de Kai (nombre del mar en Hawaiiano). En este enorme tumulto de olas y marea te vienen mil cosas a la mente, esas leyendas sobre serpientes o bestias del océano ya no suenan tan disparatadas, aún no creo que lo conozcamos todo, aún creo que hay animales más grandes de los que hemos visto, que lo que conocemos es muy poco y lo que no hemos visto es porque puede vernos muchísimo antes de que siquiera sintamos que hay algo cerca.
Listos para el descenso - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Me dirijo a una Isla en el Pacífico conocida como Isla Guadalupe, un pedazo de tierra que emerge del agua con una superficie de 253 km aproximadamente, un lugar que su apariencia evoca a la misma criatura por la que este lugar es famoso. Una criatura que no ha sido comprendida del todo, que quien la conoce la ama con locura y pasión pero quien la desconoce le teme por completo, una criatura que por lo que se escucha cotidianamente suena más como una leyenda porque, si tratamos de asemejar lo que se dice de ella contra la realidad, me atrevo a decir que las palabras comunes que mencionan esta criatura siguen siendo una leyenda o un mito; la verdad sobre esta especie es mucho más lejana a lo que las películas de Hollywood nos han contado.
Juzgar sin conocer, el verdadero escudo de todos los cobardes... Que fácil es distorsionar la verdad para poder vender un poco, contar una historia manipulada para hacerla más interesante. Aunque, no digo que echarle crema a los tacos no los hace más sabrosos, pero hay historias que jamás podrán ser descritas con palabras, imágenes o videos. Que la verdad es más impactante y que me quedaré corto de palabras para tratar de trasmitirles el mismo sentimiento que mi piel y nervios sintieron exactamente.
En el submarino abierto - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Esta expedición no fue como cualquier otra, no fue la típica visita turística a estas islas, íbamos con un propósito aún mayor, con un permiso emitido por la SEMARNAT para realizar una investigación y documentación que, aunque no fue del toda exitosa en cuestión de los objetivos, fue muy exitosa en cuestión de todo lo que sucedió. En el barco íbamos un gran equipo de documentalistas, entre ellos los más destacados eran Jorge Cervera y Erick Higuera; quedé impresionado con el tipo de imágenes que levantaban y sin duda fueron una gran inspiración, una motivación para querer ser mejor cada día con mi instrumento: la cámara. Estar rodeado de personas tan talentosas y apasionadas por el mar para mí ya era un enorme regalo de la vida, y abierto en bondad y agradecimiento la vida decidió darme aún muchas más sorpresas en esta expedición.
En el barco llevábamos dos jaulas flotantes para poder observar a la fauna desde un lugar seguro, una jaula sumergible para observarlos desde la profundidad, un submarino abierto para poder ir todavía más profundo y ver su comportamiento en distintas profundidades, equipo de apnea, tanqueses de buceo y muchas, muchas cámaras. Todo este equipo iba a ayudarnos a documentar este material para entregarlo a las autoridades gubernamentales, crear contenido multimedia para entender mejor a esta especie y buscar evidencia de un tiburón pequeño que se llama cookie cutter, que muerde a los pinipedos que habitan en Isla Guadalupe.
Tiburones blanco - Alonso I. Rodríguez de la Parra
La criatura que se lleva los ojos de todos los espectadores que visitan este lugar y que todavía no menciono es El Gran Tiburón Blanco, seguramente ya lo habían adivinado pero en algún momento lo tenia que mencionar. Temido por la mayoría, amado por los pocos que lo conocen y lleno de misterio para todos.
Al llegar a la isla uno puede sentir un cambio en la energía de este lugar, todo parece estar en un estado de perpetuo misterio, las rocas con distintos tonos de rojo se levantan sobre el agua, filosas y cortantes, una topografía tajante en sus paredes gigantes que parecen una muralla, la cual guarda un hermoso bosque en la llanura superior lleno de vida, lleno de especies endémicas, y un regazo de nubes que surfean en las corrientes de viento y termales que se generan por el mismo calor de la isla. Sin duda esta isla es un ser enorme que engloba muchísimas energías y especies que, como he mencionado antes no serían el uno sin el otro. Guadalupe no es la isla, es todas las especies, entre ellas plantas y animales y las mismas rocas, todos son uno mismo. Ni la isla es una sin ellos y ellos no son uno sin la isla.
tiburones y lobo de Guadalupe - Alonso I. Rodríguez de la Parra
El primer encuentro con este titán fue desde la jaula flotante, un cubo de barrotes metálicos que con el agua fría se hacen aún mas fríos; agua cristalina que genera un horizonte sumergido de azul marino impecable, los rayos de luz atraviesan y con el mismo misterio que evoca la isla estos desaparecen en el fondo del océano, entre la inmensidad del azul y de mis ojos, sólo estos barrotes que me separan del miedo más grande de casi todas las personas que entran a nadar en el mar. La criatura que más llama nuestra atención en este viaje: El Gran Blanco.
Desde la inmensidad del azul se ve un pequeño pez en la lejanía, pequeño de primer instante, pero entre más se acerca y más nada en direccional a la jaula, su tamaño empieza a desenvolverse; un titán lleno de fuerza, mucho más grande de lo que me imaginaba, armado con miles de dientes que me ponen la piel chinita con sólo verlos, un color gris único que con el reflejo del agua toma un tono muy singular y por debajo de este animal un color blanco, tan blanco que parece no ser parte de su propio cuerpo, albo y lechoso. Mi primera impresión es de respeto y humildad; la naturaleza ha creado algo magnífico que todos debemos cuidar. Nuestras ideas no serían las mismas sin haber presenciado antes su belleza.
YING YANG - Alonso I. Rodríguez de la Parra
No habían pasado ni 10 minutos en el agua cuando, de repente, ya estábamos rodeado de muchísimos tiburones; con facilidad podíamos ver a más de 7 tiburones nadando simultáneamente en lo que nuestro campo de visión permitía, y más de 50 tiburones diferentes que pudimos identificar con las fotos y material que obtuvimos. Un paraíso para estos descomprendidos. El edén del tiburón blanco en México.
Después de apreciar su belleza, hubo algo que perturbo mi paz; muchos de estos gigantes llevaban anzuelos y largas líneas de pesca que ondulaban siguiendo la corriente que su nado emitía, cordones enormes y largos de hilos y red de pesca que se aferraban a su piel y lentamente empezaban a enredarse con otros tiburones o a sus cuerpos cada vez más; una escena bastante triste. Cómo es que en un lugar tan lejano de la civilización, tan mágicamente natural nuestra huella es imperdible. Como en la inmensidad del océano nuestra presencia es imperdible, el impacto que tenemos en este mundo es absurdo. No conocemos ni una cuarta parte de la inmensidad del océano pero podría asegurarte que en cualquier lugar que exploremos habrá huella de humanos que jamás han visto, tocado o siquiera pensado que existe.
Tres tiburones blanco - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Hay un tiburón que nos hace a todos voltearnos a ver con tristeza, un tiburón que nada mucho más lento que los otros, un tiburón que se encuentra en grave peligro. Una red de pesca o un cabo rodean su cabeza, cortando su piel y lo asfixia lentamente. Se nota mucho más flaco que los otros tiburones. Ver a este enorme depredador tan vulnerable a una simple línea de pesca me hace verlo con otros ojos. Aquel que yo pensaba invencible ahora sometido por un artefacto tan simple me hace sentir triste, triste por nuestra propia especie que en un descuido, algo tan insignificante como un hilo pueda acabar con tanta belleza y perfección que ha creado el universo.
No creo que el humano sea un ser cruel, desde luego que puede serlo y muchos lo son, pero nos veo más como la única especie que en verdad desarrolló el poder de ser estupido. Hablamos de inteligencia y ego pero con toda esa "inteligencia" hemos cometido las atrocidades y barbaridades más estúpidas del mundo. Somos homo sapiens porque desarrollamos la capacidad de ser estúpidos, pues personas inteligentes en el mundo son muy pocas. Somos más los descuidados, los que buscamos sobrevivir y los que seguimos a la manada que los que en verdad podemos llamarnos "inteligentes".
Tiburone blanco enmallado - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Al presenciar esto todos estuvimos de acuerdo, teníamos que salir de las jaulas y ayudar a este indefenso gigante depredador, ¿qué ironía no?
Pensar en esto me llenaba de terror, pero no seríamos los primero en nadar con este gigante fuera de las jaulas; si investigas más y tratas de conocer sobre la verdad de este animal y no sólo dejarte llevar por los rumores, verás que es un animal con muy poco interés en los humanos, es un animal que difícilmente atacaría a un humano. No digo ni recomiendo que quieran nadar con él, ya que, para cualquier interacción con un animal salvaje hay que estudiarlo muy bien, saber qué hacer y qué no hacer en el agua, entender cómo se comporta es básico y bajo este entendimiento entraríamos al agua para tratar de ayudarlo.
Salimos de las jaulas y mientras esperábamos que este tiburón regresara estábamos en completo estado de alerta, cuidando nuestras espaldas y siguiendo un protocolo que pocos entenderían. Al ver un tiburón acercarse debíamos tomar un respiro grande y empezar a descender en apnea con dirección hacia él, los tiburones seguían nadando en dirección recta hacia ti; es como si en un momento te encontraras cara a cara con este gigante. Los dos observándonos fijamente y, cuando nos encontrábamos a menos de un metro de distancia, cara a cara, el tiburón gentilmente daría vuelta hacia alguno de los lados, siempre observándonos pero igual de cautelosos a como estábamos nosotros. De esta manera pude entender a este animal de una mejor manera. Él cumple su rol en el ecosistema, los humanos no somos parte de su dieta y actuará a base de instinto, en el momento que tu rompes ese patrón, el instinto desaparece, lo que sería un depredador ahora es otro animal compartiendo el espacio contigo. Dejas de ser una presa y eres otro ser en el océano. Vivir en carne propia esta experiencia hace que veas el mar con otros ojos completamente, el miedo a lo desconocido se pierde y te das cuenta que las cosas pasan de acuerdo a tu comportamiento. Nadar a lado de un enorme tiburón blanco es la experiencia que en verdad lleno mi interés por conocer el océano y hacer todo lo posible en mi realidad para protegerlo.
Y así estuvimos un par de horas, tratando de aproximarnos al tiburón que estaba en peligro mientras otros curiosos se acercaban hasta de tres en tres a observarnos, el sentimiento siempre fue de alerta pero llegó un momento en el que la paz inundaba mi sentir y estar ahí en confianza rodeado de tiburones blancos, con la certeza de que no nos iban a hacer daño fue el regalo más bonito de vida.
Tiburon blanco enmallado - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Finalmente llegó el momento, el tiburón que queríamos rescatar se acercó lentamente, fuera de la jaula podía notar que su agonía era mucho mayor, el sufrimiento se nota en sus ojos, su manera lenta de nadar me llena de tristeza. Uno de los buzos con los que iba, se acerco a este tiburón cautelosamente, sacó su navaja, se tomó del cabo que rodeaba su cabeza, el cual ya estaba bastante incrustado en su piel y se veía doloroso, acercó su navaja y pudo cortar la linea que lo sometía. En ese instante pude ver que el tiburón sintió algo de alivio. Aunque, no sabemos del todo si pudo liberarse completamente de esta cuerda, sabemos que pudimos cortarla para evitar que se siguiera asfixiando mientras creciera. En verdad, espero que este tiburón esté con vida y que todos los otros tiburones que vimos con lineas y anzuelos también lo estén.
Al salir del agua esa alegría regresó a los ojos de todos, sabíamos que no habíamos salvado el océano pero que ese tiburón iba a estar bien. Que esta pequeña historia nos había llenado de energía para continuar con la misión y que posiblemente podía inspirar a otros para lo mismo.
El objetivo principal de esta expedición aún no estaba completado del todo, pues aún nos faltaba entrar al agua con los tanques para poder observar a los elefantes y lobos marinos de esta isla. Cosa que no fue un paseo por el parque; fue una de las experiencias más emocionantes y aterradora al mismo tiempo, una experiencia que no acabaré de contar en este blog pero que, sin duda podrán leer en el futuro o verla dentro de un gran documental del tiburón blanco. De esta expedición regresamos a casa con más de 15 TB de material en video, cientos de fotos y una gran historia que ansio por contarles.
Tiburon blanco liberado - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Lo que si puedo decirles es que gracias a mi cámara y fotografías he podido llevar a este enorme depredador a miles de personas, he presentado mi exposición sobre el tiburón blanco a miles de familias e inspirado a niños y adultos para investigar más, temer menos y no juzgar por lo que uno escucha o las primeras apariencias. Posiblemente, no logramos cumplir con el cometido científico de esta expedición del todo pero este material ayudó a muchos investigadores, científicos, autoridades gubernamentales y personas para realizar esfuerzos de conservación mas contundentes, conocer a esta especie de una mejor manera y escuchar una historia diferente a la que todo escuchan.
Post de materiales - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Educación ambiental sobre el gran blanco - Alonso I. Rodríguez de la Parra
En el azul con el blanco - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Compartiendo el espacio - Jorge Cérvera
Mi primera impresión es de respeto y humildad, la naturaleza ha creado algo magnífico que todos debemos cuidar. Nuestras ideas no serían las mismas sin haber presenciado antes su belleza.
Alonso I. Rodríguez de la Parra