Reflejo del Mar.
Refugios Pesqueros Parte 3 de 4.
Buzos monitoreando el fondo marino - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Estar en el barco con el equipo de Refugios Pesqueros fue una de las experiencias más iluminadoras. Por un lado, me sentía joven y entusiasmado de participar en una misión como esa expedición científica. Aunque siempre mi objetivo era ofrecer mis servicios como fotógrafo para aportar algo positivo a los océanos, también sentía una curiosidad profunda sobre cómo se obtenían todos esos datos sobre los océanos y cuáles eran las evidencias científicas detrás de los documentales de naturaleza que tanto me han gustado. A pesar de que las noticias generales siguen siendo muy malas, la expedición de Refugios Pesqueros me abrió un panorama enorme en mi mente sobre cómo funcionan muchas cosas relacionadas con la conservación de los mares en México, y presenciar una historia de éxito frente a mis ojos.
Llegar a La Paz siempre me provoca un sentimiento de tranquilidad; por algo le habrán puesto ese nombre. Aunque ahí pasan muchas cosas...
Me encontraba en Xcalak, al sur de la República Mexicana, cuando recibí una llamada de una persona que más tarde se convertiría en una gran amiga.
“Hola, Alonso, soy Irene y te llamo porque me crucé con tu trabajo y me gustaría invitarte como fotógrafo a la expedición de los 25 años de Refugios Pesqueros”, dijo Irene.
Nunca había escuchado sobre esto en mi vida; la verdad es que desconocía muchas cosas sobre cómo funcionaba mi país, las acciones que realiza el gobierno y muchas más cosas que aún no acabo de comprender. ¿Conozco el océano? La verdad es que entre más tiempo paso investigando y aprendiendo, más lejos me siento con las nuevas preguntas que esto me provoca.
“Sí, claro, suena fantástico. Puedo volar a La Paz en unos días”, dije.
Me lancé con mi cámara y un micrófono...
Al llegar a La Paz, me dirigí a las oficinas de una ONG llamada Niparajá. Cada año realizan una expedición científica donde navegan a bordo de “Quino el Guardián”, en este caso, u otra embarcación disponible. Ahí conocí a Florian, un estudiante y compañero francés que estaba haciendo ciencia utilizando un hidrófono para escuchar a los peces, corales y otros habitantes que están en el arrecife, y al escuchar el sonido del arrecife identificar distintas especies. ¡Nunca se me hubiera ocurrido escuchar el arrecife para estudiar la vida alrededor del fonograma que un hidrófono sumergido generó! En el mundo se pueden hacer muchas cosas de muchas maneras. Y si te enfocas en tus sentidos y los conviertes en acciones conscientes, esas cosas que puedes recibir harán que te cuestiones con las preguntas correctas. Escuchar, Observar, Sentir, Oler y Probar. A partir de esas 5 acciones es como percibimos y entendemos la realidad. Y explico esto desde esa raíz, porque a pesar de las pruebas científicas que estos sentidos básicos nos han permitido obtener, y los datos reales, parece que muchas veces no entendemos la realidad. Muchos solo están oyendo, viendo, estando, respirando y tragando, sin apreciar en verdad el mundo con la belleza de la inteligencia y el arte, con las habilidades que como humanos poseemos. Ese sentimiento que tenemos desde pequeños y que con la edad adormecemos y perdemos el gusto por entender nuestros alrededores y el por qué existimos.
Abundancia - Alonso I. Rodríguez de la Parra
Para llegar a la embarcación, tuvimos que manejar desde La Paz hasta la localidad costera de Agua Verde, una comunidad donde principalmente se dedican a la pesca y ganadería. De ahí, navegamos alrededor de dos horas en una panga hasta que alcanzamos la embarcación.
Cuando llegó el momento de subirme a la embarcación, ya estaba metido en mi papel de documentalista y comencé a observar y grabar todos los comportamientos de las personas que se encontraban a bordo. Traté de convivir lo menos posible al principio para que mi presencia no interfiriera con lo que estaba sucediendo ahí. Todos los presentes parecían muy ocupados en sus asuntos: algunos revisando su equipo de buceo, otros llenando tablas y papeles, otros preparando equipos y herramientas, y un par de personas que se encontraban descansando. Sin duda, todos los presentes estaban comprometidos con su papel y el trabajo que estaban realizando. Lo que más me sorprendió fue ver que la mayoría de las personas que estaban ahí eran pescadores locales de las comunidades que se beneficiaban de las zonas que estábamos analizando y estudiando. Ahí entendí que la única manera de proteger algo era preocuparse por las cosas cercanas que te rodean en tu día a día. Estos pescadores viven y dependen de estas aguas, dependen de este corredor que se está estudiando y observando. Los primeros afectados si algo le pasa al océano serán ellos, pero también me inundó un sentido de culpa enorme. Pues en realidad ellos son los más preocupados por la salud de los ecosistemas que tienen cerca, pero no son los causantes de toda esta degradación y pérdida de los mismos ecosistemas. Casi todos los problemas que amenazan estos lugares son externos: temas como contaminación marítima, pescadores industriales que vienen de fuera y el ritmo de vida que llevamos en las grandes ciudades se está viendo reflejado en el océano también.
Ver a estos pescadores no solo preocupándose, sino tomando acción, estudiando a las especies a profundidad, comprendiendo cómo funcionan sus ecosistemas, hablando con un lenguaje mucho más elaborado y científico que muchos de mis amigos biólogos y estudiantes, capacitados para convertirse en buzos profesionales y especializados en monitoreos de biodiversidad marina, trabajando en equipo y atendiendo las necesidades del equipo completo, no solo por sus comunidades sino por las de todos los demás, me llena de entusiasmo. Mientras veo a muchos amigos biólogos peleándose por quién saca el mejor paper científico y quién consigue más fondos para supuestamente “hacer conservación”, todas estas personas estaban comprometidas con la causa: salvar la biodiversidad que rodea a sus comunidades y colaborando para atender el problema prontamente.
Estuve a bordo de esta embarcación unos 10 días, si no me equivoco, y pude bucear en muchas zonas de este corredor marino. Todas con una personalidad muy distinta, una topografía única, algunas llenas de vida y otras con escasa abundancia. Las zonas que visitamos se dividen normalmente en tres áreas: zona de refugio pesquero, zona de aprovechamiento y zonas de interés. Las zonas de refugio están destinadas meramente a la conservación del área, son lugares donde los peces se reproducen, desovan o se sabe que pasan mucho tiempo; son zonas protegidas para que nadie pueda pescar y son bien conocidas y protegidas por las comunidades desde que se empezó a ejecutar este programa. Las zonas de aprovechamiento son los lugares donde está permitida la pesca, siempre siguiendo las reglas de vedas y tallas de los peces. En estos lugares, las comunidades aprovechan para pescar y así alimentar a sus familias y llevar productos a los mercados locales y diferentes compradores. Por último, están las zonas de interés pesquero, lugares que en el pasado fueron muy productivos y se cree que, si se cuidan y se analizan, podrían recuperarse y seguir siendo de beneficio para las personas y el medio ambiente. De aquí la famosa frase que dice más o menos así: “dejar de pescar hoy para poder pescar mañana”.
El corredor biológico que se está estudiando en esta expedición va desde Agua Verde hasta Punta Coyote, y en el caso de esta expedición, existen muchos otros equipos estudiando otras localidades también. Pero más que escribir sobre algo que pueden leer si lo buscan en Google, quiero compartirles mi experiencia particular en esta embarcación. En cada una de las inmersiones y los tiempos de descanso que existían entre ellas, pude observar muchas cosas sobre mí mismo, me vi reflejado en las necesidades colectivas de por qué se está haciendo esto. Y aunque todos tenemos razones muy personales y que nos afectan directamente y por ellas deberíamos preocuparnos, todo esto también atiende a un bien común, ya que todos nos vemos afectados como comunidad también. No solo tenemos amenazas conjuntas pero todas estas nos amenazan individualmente también.
Brujita - Alonso I. Rodríguez de la Parra
El primer golpe de realidad y bofetada que me dio la vida fue darme cuenta de que tenía una concepción e imagen equivocada de los problemas a los que se enfrenta un pescador, porque en mi mente yo sentía que un pescador tenía una vida tranquila, flotando en el océano y pescando todos los días, y posiblemente en un pasado pudo haber sido así, y esto lo menciono sin tomar en cuenta el miedo más grande que alguien puede tener en este oficio, el clima y la naturaleza. Pero presenciar a diario cómo cada día las redes pesan menos, salen menos animales y las horas que debe pasar uno en la panga son muchas más para que la salida haya valido la pena y también la inversión económica que esto conlleva es una historia triste de escuchar.
Muchos me comentaron lo mismo, que pescar ya no era tan fácil como sus abuelos les platicaban, que ahora tenían que salir muchas más millas océano dentro y esto presenta un riesgo ya que el mar y clima puede ser muy impredecible, que a veces la gasolina ya no alcanza para poder tener un día rentable de pesca, y por esta misma razón ahora muchos de ellos se convirtieron en buzos monitores. Por un lado, la paga puede ser más beneficiosa pero también el honor y gusto que esto le puede dar a una persona es mayor, saber que estás trabajando por tu comunidad y para proteger el futuro de tus hijos es el regalo más grande que le puedes dar a los que te rodean y al planeta. Esto me inspiró y me recordó el porqué estoy haciendo lo que hago.
El segundo golpe de realidad fue ver cómo funcionaba este equipo, cada uno cumpliendo su rol para beneficiar a la causa común, poder documentar esto te abre los ojos. La cooperación es indispensable para lograr cualquier proyecto si quieres que esto se convierta en algo mayor que tú mismo. Y aunque mi única labor aquí era sacar fotografías para la ONG que me convocó para esta expedición creo que a través de escribir y compartir esta experiencia de manera personal puedo hacer que algunos cuantos se quieran sumar a esta misión por entender el océano en todas sus facetas y distintos puntos de vista.
Los protocolos en el día a día y las actividades a realizar estaban muy bien organizadas, los primeros días para mí fueron mucho de entender qué es lo que estaban haciendo ahí, y aunque ya me lo habían platicado en la introducción al proyecto, es verdad que no se puede comprender algo hasta en verdad vivirlo. Así que día con día preparé mi equipo de buceo, mi cámara subacuática y mi cámara para realizar entrevistas y comenzó una de las aventuras más enriquecedoras que he tenido en el mar. Una experiencia que cambió la forma en la que conozco el mar de Cortés y a sus habitantes, tanto humanos como a los animales marinos.
La metodología de trabajo para estudiar esta zona parece simple en un inicio pero su análisis y entendimiento son un poco más complejos y trataré de describirlos de la manera más precisa dentro de mi propio entendimiento.
A contar - Alonso I. Rodríguez de la Parra
"Cuando no queden más peces y corales en el mar, solo quedará nuestro reflejo"
Alonso I. Rodríguez de la Parra